Mi
vida antes de ser un enfermo crónico, estuvo llena de retos a todos los niveles
y ámbitos muy diferentes (familiares, laborales y deportivos).
Ahora,
como no podía ser de otra manera, me he propuesto otro reto. El poder aportar
con mi esfuerzo, algo con lo que pueda ayudar a algunas de esas muchas
personas. A las que un día sin saber porque, fueron presa de la enfermedad o la
marginación social.
Pretendo
ser solidario, con mi esfuerzo, sin pedir nada a cambio. Con los tiempos que
corren, no me sobra nada y mucho menos dinero, pero no me falta para comer. En
la actualidad tengo todo lo necesario para ser una persona tremendamente feliz.
Me siento el ser más afortunado de la tierra: por la familia encantadora que
tengo, por percibir que goza de una esplendida salud, por tener cada día el
alimento necesario para subsistir y por poder dar las gracias, cada mañana,
cuando me despierto, por “un día más”.
Siempre
fui una persona muy luchadora y lo único que pretendo ahora, es aportar un
pequeño granito de arena, que me permita dibujar algunas sonrisas y miradas de
felicidad, en las caras de niños enfermos de cáncer de San Juan de Dios.
Más
adelante, si consigo hacer que camine este pequeño proyecto, que me he
planteado, no tendré ningún problema en pensar donde dirigiré mi ayuda, porque
por desgracia hay muchísimas personas que están a la espera de recibir un poco
de solidaridad y humanidad.